miércoles, 14 de enero de 2009

27/01/08

Hay cosas que en momentos malos, contribuyen a provocar un ataque de ira incontenible. Miras a tu alrededor con ganas de romper, y ves objetos que pueden ser levantados con el fin de ser tirados y quebrarse en el piso. Ves objetos grandes que te provocan para patearlos sin control hasta desquitarte. Ves almohadas que terminaran en tus manos y boca para ser estrangulados y retorcidos con bronca.
Después de esos momentos, no hay nada como tirarse a dormir o poner tu CD preferido para gritar los preciados temas que contiene.
Alejar, de mil maneras diferentes los malos tiempos, es el fin.
Por ejemplo: Hoy me desperté enojada por el calor, los martillazos que retumbaban en mi cabeza, y por las putas moscas que zumbaban en mis oídos.
Me levante, me puse mis pantuflas y me dirigí hacia la heladera en busca comida para saciar los nervios. Pero suele suceder, que no hay un carajo adentro de ella, ni siquiera algo pa´ deleitar con la mirada.
Entonces, lo que se esperaba que sea una solución para el mal amanecer, termino sumándose a problemas que uno construye por el aburrimiento.
Cerré la heladera con fuerza y amargura. Mis brazos destilaron una cruz jodidamente negativa hacia ella.
Entonces respire hondo y la mire... Estaba llena de imanes, calendarios con color a té de los años que tenían, figuritas y papelitos en los cuales resaltaban números telefónicos que no conocía, como de pizzerías, rosticerías, cadetes, etc.
Y pensaba ¿Para qué quiero yo todo esto? ¿ Y estos teléfonos, estas calles? ¿ Qué mierda?. Sentía que era una joda, ¡vamos!, ni que pudiera encargarte a vos a domicilio pa` sonreír un rato.
Después de hacerme preguntas estúpidas por 1 hora, di la ultima mirada a esa heladera. Se veía tan fría, sola, aburrida, cuadrada, casi perfecta, si no fuera porque los años la deterioraron. Ya ni siquiera sirve para guardar el cadáver de aquel albañil que me levanto o de todas las moscas que dificultan el silencio.
Di la ultima mirada... tome mi fibron negro, me senté tranquila en el piso verde y frió de la cocina, respire y para cuando di por pararme para observarla bien desde otra perspectiva, me tope con la puerta de la heladera rayada con una frase, cosas raras y una firma que llevaba mi sobrenombre.
Ahora, la verdad, la heladera sigue estando vacía, sigue siendo fría y cuadrada... Pero ya no me dan ganas de patearla. Ahora solo la miro y me río un poco. Bueno, hoy patearé mi cama...

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