Para Sofi Y Goñi.

La paciencia se había agotado, con la colisión de gritos y manos temblantes.
A una hora temprana, llegadas las no ganas de ver y escuchar; se dio por respirar entrecortado por la desesperación y el cúmulo de palabras, imaginando un infinito cuadrado azul en mi cabeza.
Cuando se fueron marchando, el alcohol fue el mejor amigo ante
los ojos de los que quedábamos. Había tanto humo, que no se veía el fuego tras la espalda.
Se apagaron las luces, se tragaron la música y ya no habitaban sólo en mis recuerdos o imaginación; estaban bien cerca, sobre mi colchón.
Escuchar sus voces dentro de cuatro paredes y una ventana, cambio mi día. Tres coincidencias diarias, con una hora de tv en común. Un grado de autismo pacífico, un frío leve, y un reflejo de luces baratas que alumbran sin discriminar las sábanas más raras, habitadas por la gente que ese día tenía que estar ahí, en esa pose, con esas lágrimas escondidas. Un trágico choque de viernes y sábado, que dejaba accidentados sin habla y con muchos deseos de transparencia.
Me desenchufaron un poco. Me aislé, pero con ustedes. Nadie
nos quería ubicar y nosotros no queríamos que lo hagan.
- Estábamos preocupados..
- Mentira.
- Te extrañamos..
- Mentira..